domingo, 20 de enero de 2013

El decálogo heredado de la docencia.




La Real Academia Española define “decálogo” como el conjunto de normas o consejos que, aunque no sean diez, son básicos para el desarrollo de cualquier actividad, así es que ahí van los siguientes:

1. La actividad del docente, es decir, la enseñanza, se considera como una actividad de mediación entre la cultura en su sentido más amplio;

2. El verdadero profesor se guardará muy bien de imponer desde la cátedra algún tipo de posición, ya sea expresamente o por medio de sugerencias;

3. Antes de comenzar con el curso, se organiza una clase “bizarra” para romper las estructuras de los estudiantes, llamar su atención…;

4. Cada alumno es el sujeto de la clase, no “los alumnos” como categoría aglutinante, por lo que se respetarán sus opiniones;

5. La construcción de una cátedra pasa, en parte por incitar a los ayudantes (sean todavía estudiantes o ya graduados) a participar;}

6. Los ayudantes no están para convertirse en algo “superior” al alumno, sino para fungir como nexo entre el cuerpo docente y los alumnos;

7. Se dará preferencia a los temas de actualidad, que tienen el plus de “enganchar” al alumno en tanto lo conecta con su cotidianidad;

8. El docente debe procurar iniciar al educando en la problematización y sistematización de los conceptos aparentemente desarticulados entre sí;

9. La evaluación escrita es preferible que sea anónima, en pos de reducir el involucramiento personal con el profesor;

10. El formato oral, por su parte, se usa preferentemente para el segundo parcial y tiene la ventaja de permitir orientar a quien está rindiendo;

11. La evaluación oral es para verificar así los verdaderos niveles de estudio, comprensión y facilidad de “bajar” los conceptos a la práctica;

12. La evaluación final también puede ser oral, pero integradora de toda la materia, es decir, participaciones, etc;

13. El contenido de los exámenes es de por sí de alta complejidad; incluye un texto a analizar, que invita a respaldar con fundamentaciones;

14. Un profesor virtuoso ha de estar dispuesto a abrirse a los alumnos y fomentar la apertura de éstos; transmitir ciencia y experiencia; y

15. Finalmente, como maestro hay que atreverse a servir de modelo, a exponer nuestra propia historia.